Las olas de calor son habituales en nuestros veranos. «De hecho, de los últimos 43 veranos, en tan solo 11 no se ha registrado ninguna ola de calor, número que se reduce a tres en lo que llevamos de siglo XXI», afirma Rubén del Campo.
Las proyecciones climáticas advierten de que en el futuro las olas de calor podrían ser más extremas y frecuentes en el sur de Europa, aunque es difícil poder afirmar con certeza que un único evento haya sido debido al cambio climático de origen antropogénico. Una vez finalizado el episodio ha de analizarse minuciosamente y realizar estudios de atribución que permitan obtener una respuesta probabilista. Así, según concluyeron científicos de World Weather Attribution, una alianza internacional cuyo objetivo es realizar estudios de atribución al cambio climático, la ola de calor que afectó a España y Portugal en junio de 2017 fue 10 veces más probable como consecuencia del cambio climático inducido por la actividad humana.